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En la historia de nuestro planeta han ocurrido varios episodios de evaporación total provocados, entre otras cosas, por impactos de asteroides como el mencionado en la primera parte de este blog. Por lo tanto, existen dos teorías sobre la evolución de la vida: la primera consiste en el desarrollo de nuevos microorganismos tras un episodio catastrófico, lo que implica que cada vez la vida comience de cero, necesitando para ello mucho tiempo hasta que las condiciones adecuadas para la vida se establezcan (enfriamiento de la superficie, formación de nuevas moléculas de agua, aparición de proteinas y aminoácidos...); y una segunda, en la que la vida ha debido sobrevivir a esos episodios apocalípticos en los que la cantidad de agua en el planeta era nula y las temperaturas extremas sobre una superficie de roca incandescente. Esta segunda teoría tiene cada vez más apoyo de la comunidad científica y personalmente también la comparto.

Pero, ¿cómo pudieron sobrevivir  los primeros microorganismos en dichas condiciones?

En toda la superficie no había ni una gota de agua (medio de vida de los primeros microorganismos), y el extremo calor hizo desaparecer la sal del suelo oceánico. Esto es importante ya que estudios recientes realizados en el desierto de Nuevo México (EEUU), han demostrado que en algunos cristales de sal formados hace 200 millones quedaron encerradas pequeñas gotas de agua que contenían bacterias en estado latente, y que, alimentándolas de nuevo, volvían a la vida, siendo así los animales  hoy en día más longevos de la Tierra. Además, las proteínas, que son la base de la vida y principal componente de las células, se desintegran cuando la temperatura se aproxima a los 150ºC. La única respuesta posible es un hábitat localizado a mucha profundidad bajo la superficie incandescente.

El siguiente gráfico muestra las temperaturas de la corteza terrestre. En las áreas dónde hay volcanes, las altas temperaturas están más próximas a la superficie. Las zonas verdes del gráfico no exceden los 100ºC y las azules no sobrepasan los 50ºC. Mientras los organismos estén en la zona azul sus proteínas no sufrirán ningún efecto por el calor.


Sin embargo en el cataclismo que estamos estudiando, la superficie terrestre alcanzó temperaturas de 2000ºC. Gracias a una simulación por ordenador se ha podido ver que el calor generado por el impacto se transmite a un ritmo de un metro al año hacia el interior en los momentos iniciales. En el gráfico que se muestra a continuación se observa el resultado perteneciente a 10000 años después del impacto.


Por lo tanto, cualquier organismo que estuviese a uno o dos kilómetros bajo tierra estaría a unas temperaturas óptimas para continuar con su ciclo biológico. Es el mismo fenómeno que puede ocurrir con un trozo de carne. No podemos asarla en un minuto y aunque sometamos al exterior a una gran temperatura, el interior aún mantendrá su calor original.

Y aunque parezca imposible que la vida pueda sobrevivir a tal profundidad, un estudio acontecido en Sudáfrica ha dado una respuesta a tal razonamiento. En la mina East Rand, la cual tiene una profundidad de 3583 metros convirtiéndola en la mina más profunda del mundo, científicos de la NASA descubrieron que de las filtraciones de agua que surgen de la roca aparece una espesa película blanca y negra compuesta por bacterias nunca vistas en la superficie. Sin embargo sus genes están adaptados para una respiración oxigenada, algo que no es necesario en el mundo en el que se encuentran. Lo que quiere decir es que hace tiempo atrás, estas bacterias vivían en un medio oxigenado en la superficie y se fueron abriendo paso por diversas razones hacia el interior de la Tierra, dónde han logrado sobrevivir.

Un episodio de evaporación total como el acontecido hace 4000 millones de años eliminó toda clase de vida de los océanos, pero las especies que consiguieron introducirse en el interior de la Tierra acabaron sobreviviendo y esperando su momento para poder desarrollarse de nuevo.

Y ese momento llegó.

Al cabo de un año el vapor de roca se disipó y la temperatura empezó lentamente a descender. Mil años después el agua evaporada de los océanos volvió finalmente a condensarse generándose tormentas enormes y cayendo en forma de lluvia a un ritmo de 3000 mm al año, lluvias igual de torrenciales que las de las zonas tropicales fueron el alimento de los recipientes oceánicos. Durante más de 200 años el agua continuó cayendo ininterrumpidamente y el océano se llenó de nuevo. Ciertos microbios pudieron ascender hasta los océanos y se desarrollaron en un nuevo mundo sin habitar, volviendo a poner en marcha la máquina evolutiva. 

Y es que hay algo que debemos sacar de todo esto. La vida es muy tenaz. A pesar de cualquier catástrofe, ella siempre sale adelante. Nosotros deberíamos aprender de ello.



Esta no sería la última vez que la vida se vería amenazada. Nuestro querido planeta nos depararía una nueva sorpresa... La Gran Bola de Nieve.

Si deseáis saber más sobre los descubrimientos en los cristales de sal y en la mina de sudáfrica podéis visitar: los siguientes links:

Bacterias en cristales de sal: http://www.ecojoven.com/02122000/jurasico.html
Bacterias en la mina de Sudáfrica (en inglés): http://news.mongabay.com/2006/1022-princeton.html

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