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El Jardín de las delicias es una de las obras más inquietantes de El Bosco y en general de toda la historia del Arte ya que anticipa algunos lenguajes que posteriormente serían reconocibles en movimientos contemporáneos como el surrealismo y comunica una narración enigmática aún no descifrada del todo. Por todo ello se dice que esta pieza realizada a principios del siglo XVI está dotada de un gran misterio y solo tiene lugar dar algunas interpretaciones. El artista flamenco Hieronimus Bosch mezcla elementos figurativos con un toque fantástico en esta pintura de madurez.


En los reversos de las paredes laterales del tríptico se representa el tercer día de la creación del mundo en grisalla, donde solo aparece vegetación y Dios en la parte superior derecha, con una inscripción del salmo 33, “IPSE DIXIT ET FACTA S(U)NT / IPSE MAN(N)DAVIT ET CREATA S(U)NT” (Él lo dijo, y todo fue hecho. Él lo mandó, y todo fue creado). Es interesante el enfrentamiento cromático que hay cuando vemos la pieza abierta y cerrada. Esos tonos grises tienen distinta interpretación y es que podría ser la tierra después del diluvio universal.

En el primer panel izquierdo se encuentra el paraíso terrenal; Dios presentando a los primeros inquilinos de este mundo, Adán y Eva en plano medio, tema un poco raro en las representaciones del paraíso. Junto a ellos, el árbol de la vida y a su izquierda más atrás el del bien y el mal con la serpiente enrollada en el tronco. En apariencia vemos tranquilidad en la escena, sin embargo ya hay indicios de lo que acontecerá representado en primer plano con los animales enfrentados, bastante exóticos y desconocidos en la Europa occidental de la época. En el plano medio encontramos lo que podría ser la Fuente de la Vida en una estructura extraña, de donde se asoma una lechuza símbolo de la malicia. La roca antropomorfa situada a la derecha del estanque nos recuerda a la pintura de Dalí, tomando éste como modelo la representación de El Bosco.



Destaca en el panel central con título homónimo al cuadro la humanidad entregada al pecado y al placer en una especie de orgía interracial. Todos los personajes (excepto uno en la parte inferior derecha, que podría ser San Juan Bautista señalando la culpa de Eva) masculinos y femeninos, de varias razas están desnudos y protagonizando escenas de alto contenido erótico y sexual, simbolizando el pecado de la lujuria y la libertad sexual. Una idea que impera en la narración de la imagen es la fugacidad del tiempo, el carácter efímero de la vida, que se ve en las frutas como las fresas y moras (frescas pero con el tiempo putrefactas). También es interesante el tamaño desproporcionado de los animales reales y fantásticos y las dichas plantas y frutas. Esto marcaría lo que se llama El mundo al revés, un concepto de época medieval que se aprecia notablemente en El Bosco. Este mundo al revés nos muestra cómo no deben ser las cosas, con los tamaños desproporcionados. Símbolos también de este carácter efímero de la existencia son la pareja dentro de la estructura de cristal que ilustra el refrán flamenco “La felicidad es como el vidrio, se rompe pronto”. En plano medio representa un estanque lleno de mujeres desnudas y alrededor del estanque cabalgan unos hombres sobre sus caballos que simbolizan los diferentes vicios (simbolismo del ser humano llevado por sus pasiones carnales). En plano superior aparecen unas cinco estructuras que se asemejan a la Fuente de los Cuatro Ríos.

El panel derecho representa el infierno musical. Aquí El Bosco representa un mundo nocturno, la humanidad ya ha caído en el pecado y es castigada por ello. Los instrumentos musicales, elementos que dieron placer en su momento son ahora torturas. Lo que más llama la atención de la composición es la que se sitúa en el centro, un ser que podría ser el demonio o bien el propio autor, en forma de huevo con personajes en su interior y las piernas como troncos de árbol. Pero, ¿Por qué se representaría El Bosco en el mismo infierno? ¿Hecho fruto de sus pecados? En la parte superior hay un incendio, probablemente símbolo propio del infierno y sufrimiento humano; aparecen multitud de personajes de forma desordenada en pleno caos. Vemos un claro objeto fálico en el cuchillo, con sus testículos como orejas. Se despliega aquí todo un mundo surrealista, a la derecha un monstruo sentado devora hombres y los defeca en un pozo negro donde salen caras humanas, es el castigo de los avaros.


El objetivo de su pintura podría ser una crítica social de la época en la que vive el artista, enseñando una lección moralizante, hasta la imagina como plasmación de la doctrina adamítica (secta en Europa en el siglo XV que practicaba el nudismo, defendía la unión libre y negaba el pecado carnal). Y es que más allá de lo que podemos observar en el cuadro, se encuentra la misteriosa obsesión del monarca Felipe II por las pinturas de El Bosco. Se encargaba de buscar todos los cuadros, comprarlos y guardarlos para su disfrute personal; afirmaba que no representaba a los hombres como debían ser, como los demás artistas, sino que los representaba cómo eran en realidad. La obra fue llevada al dormitorio del rey en El Escorial en 1593. En el lecho de muerte, seguiría observando con misterio y horror estas pinturas que nadie o pocos entienden.

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1 comentarios:

Gloria dijo... 28 de febrero de 2012, 0:12

Me estreno aquí con uno de mis cuadros favoritos. Como veo que tiene demanda la parte del cerdo en el infierno lo explico brevemente. Bueno, me olvidé de comentar el lago helado que a mi juicio estaría imitando la laguna Estigia como hace Dante en la Divina Comedia. Resumiendo, ¿por qué un cerdo vestido de monja besando a un hombre? Bien, no hace falta ser muy rebuscado ya que tratándose de El Bosco cualquier cosa podría ser; pero en mi opinión es una clara crítica a los clérigos de su época. Ya sea con motivo de corrupción, etc. El cerdo con tocado de monja obliga a firmar un documento al hombre.

 
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