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Es evidente la reutilización de términos y paisajes medievales en el Romanticismo. Por ellos nos centramos hoy en este poema de Alfred Tennyson, La Dama de Shalott, escrito en el siglo XIX, inspirado en el ciclo artúrico y sus personajes. Los románticos no despreciaban la Edad Media como lo hacían en épocas anteriores, sino que veían y admiraban valores positivos de ella. El Romanticismo, de todas maneras nos ayuda y nos sirve para explicar los valores medievales comparados con la actualidad.

Looking for Lancelot, Waterhouse (1894)
En el poema se nos describe un paisaje con un río rodeado de cosechas de cebada y centeno. Es un lugar extraño, silencioso pero bonito, en el que se encuentra prisionera una misteriosa dama, que no ha sido vista por nadie. Solo algunos escuchan su canto a veces, considerando que es un hada de la noche. Se modernizan los conceptos que había en la Edad Media adaptados al lector romántico. Un ejemplo que apreciamos es el paisaje solitario, la presencia de la naturaleza es importante pero sin ser una descripción topográfica, la naturaleza se identifica con las emociones de los personajes; y la inclusión de elementos totalmente nuevos en esta época como las hadas con toques misteriosos.

En la segunda parte nos explica que allí teje un lienzo colorido de lo que ocurre en Camelot y de las visiones del espejo por este motivo: esta dama tiene condiciones, y es que si mira hacia Camelot, una terrible maldición caerá sobre ella. Aparece un espejo también en el que se refleja todo Camelot y ese paisaje de tinieblas, con sus gentes paseando. Sin embargo no existe caballero que rescate a la dama. Otro tema recurrente es la noche, lo oscuro, etc.

A continuación hace aparición un personaje mítico: Lancelot, de cabello rizado negro que ocultaba bajo el yelmo corriendo con su caballo por las tierras de Camelot. En el poema se describe su armadura, escudo de bronce y el yelmo del caballero. Seguidamente la dama, al ver tal caballero dejó de tejer y miró hacia Camelot cumpliéndose la fatal maldición. La maldición hace que el paisaje se una a las sensaciones de la dama; aparecen paisajes tenebrosos, con fuertes lluvias. La dama encuentra en el río una barca donde escribe “La Dama de Shalott”. Cantando navegó en la barca por el río de Camelot hasta que murió. Al final todo el pueblo admira el cuerpo inerte de la muchacha, sin saber todavía quien es, a pesar de la inscripción. No podía faltar en este poema alguna tragedia, la muerte, al igual que las maldiciones, y los caballeros que rescatan a las damas en castillos son temas que se utilizan en el Romanticismo, partiendo no fielmente de la Edad Media. Están ambientados en la Edad Media, pero no toman una representación fidedigna.

The lady of Shalott, Waterhouse (1888)


No solo podemos ver estos temas en la literatura como en este poema de Alfred Tennyson, sino también en las artes plásticas. Artistas románticos ilustran todo este imaginario en sus pinturas sobre todo los prerrafaelitas, como Waterhouse con un ejemplo de su representación de la Dama de Shalott en la barca y en la que se aprecia todas esas características fantásticas medievales. Es interesante la comparación que se puede hacer entre el poema y los cuadros de Waterhouse ambos del XIX y la música, con la voz de Lorena McKennitt interpretándolo.

I
A ambos lados del rio se despliegan
"I am half sick of shadows", said the Shalott (1916)
sembrados de cebada y de centeno
que visten la meseta y el cielo tocan;
y corre junto al campo la calzada
que va hasta Camelot la de las torres;
y va la gente en idas y venidas,
donde los lirios crecen contemplando,
en torno de la isla de allí abajo,
la isla de Shalott.
El sauce palidece, tiembla el álamo,
cae en sombras la brisa, y se estremece
en esa ola que corre sin cesar
a orillas de la isla por el rio
que fluye descendiendo a Camelot.
Cuatro muros y cuatro torres grises
dominan un lugar lleno de flores,
y en la isla silenciosa vive oculta
la Dama de Shalott.
Junto al margen velado por los sauces
deslízanse tiradas las gabarras
por morosos caballos. Sin saludos,
pasa como volando la falúa.
con su vela de seda a Camelot:
mas, ¿quién la ha visto hacer un ademán
o la ha visto asomada a la ventana?
¿O es que es conocida en todo el reino,
La Dama de Shalott?
Sólo al amanecer, los segadores
que siegan las espigas de cebada
escuchan la canción que trae el eco
del río que serpea, transparente,
y que va a Camelot la de las torres.
Y con la luna, el segador cansado,
que apila las gavillas en la tierra,
susurra al escucharla: "Ésa es el hada,
La Dama de Shalott".
II
Allí está ella, que teje noche y día
una mágica tela de colores.
Ha escuchado un susurro que le anuncia
que alguna horrible maldición le aguarda
si mira en dirección a Camelot.
No sabe qué será el encantamiento,
y así sigue tejiendo sin parar,
y ya sólo de eso se preocupa
la Dama de Shalott.
Y moviéndose en un límpido espejo
que está delante de ella todo el año,
se aparecen del mundo de las tinieblas.
Allí ve la cercana carretera
que abajo serpea hasta camelot:
allí gira del río el remolino,
y allí los más cerriles aldeanos
y las capas encarnadas de las mozas
Pasan junto a Shalott.
A veces, un tropel de damiselas,
un abad tendido en almohadones,
un zagal con el pelo ensortijado,
o un paje con vestido carmesí
van hacia Camelot la de las torres.
Y alguna vez, en el azul espejo,
cabalgan dos a dos los caballeros:
no tiene caballero que la sirva
la Dama de Shalott.
Pero aún ella goza cuando teje
las mágicas visiones del espejo:
a menudo en las noches silenciosas
un funeral con velas y penachos
con su música iba a Camelot;
o cuando estaba la luna en el cielo
venian dos amantes ya casados.
"harta estoy de tinieblas", se decía
la Dama de Shalott.
III
A un tiro de flecha de su alero
cabalgaba él en medio de las mieses:
venía el sol brillando entre las hojas,
llameando en las broncíneas grebas
del audaz y valiente Lanzarote.
Un cruzado por siempre de rodillas
ante una dama fulgía en su escudo
por los remotos campos amarillos
cercanos a Shalott.
Lucía libre la enjoyada brida
como un ramal de estrellas que se vé
prendido de la áurea galaxia.
Sonaban los alegres cascabeles
mientras él cabalgaba a Camelot:
y de su heráldica trena colgaba
un potente clarín todo de plata;
tintineaba, al trote, su armadura
muy cerca de Shalott.
Bajo el azul del cielo despejado
su silla tan lujosa refulgía
el yelmo y la alta pluma sobre el yelmo
como una sola llama ardían juntos
mientras él cabalgaba a Camelot.
Tal sucede en la noche purpúrea
bajo constelaciones luminosas,
un barbado meteoro se aproxima
a la quieta Shalott.
Su clara frente al sol resplandecía,
montado en su corcel de hermosos cascos;
pendían de debajo de su yelmo
sus bucles que eran negros cual tizones
mientras él cabalgaba a Camelot.
Al pasar por la orilla y junto al rio
brillaba en el espejo de cristal.
"tiroliro", por la margen del rio
cantaba Lanzarote.
Ella dejó el paño, dejó el telar,
a través de la estancia dio tres pasos,
vio que su lirio de agua florecía,
contempló el yelmo y contempló la pluma,
dirigió su mirada a Camelot.
Salió volando el hilo por los aires,
de lado a lado se quebró el espejo.
"Es ésta ya la maldición", gritó
la Dama de Shalott.
IV
Al soplo huracanado del levante,
los bosques sin color languidecían;
las aguas lamentábanse en la orilla;
con un cielo plomizo y bajo, estaba
lloviendo en Camelot la de las torres.
Ella descendió y encontró una barca
bajo un sauce flotando entre las aguas,
y en torno de la proa dejó escrito
La Dama de Shalott.
Y a través de la niebla, río abajo,
cual temerario vidente en un trance
que ve todos sus propios infortunios,
vidriada la expresión de su semblante,
dirigió su mirada a Camelot.
Y luego, a la caída de la tarde,
retiró la cadena y se tendió;
muy lejos la arrastró el ancho caudal,
la Dama de Shalott.
Echada, toda de un níveo blanco
que flotaba a los lados libremente
-leves hojas cayendo sobre ella-,
a través de los ruidos de la noche
fue deslizándose hasta Camelot.
Y en tanto que la barca serpeaba
entre cerros de sauces y sembrados,
cantar la oyeron su canción postrera,
la Dama de Shalott.
Oyeron un himno doliente y sacro
cantado en alto, cantado quedamente,
hasta que se heló su sangre despacio
y sus ojos se nublaron del todo
vueltos a Camelot la de las torres.
Cuando llegaba ya con la corriente
a la primera casa junto al agua,
cantando su canción, ella murió,
la Dama de Shalott.
Por debajo de torres y balcones,
junto a muros de calles y jardines,
su forma resplandeciente flotaba,
su mortal palidez entre las casas,
ya silenciosamente en Camelot.
Viniendo de los muelles se acercaron
caballero y burgués, señor y dama,
y su nombre leyeron en la proa,
la Dama de Shalott.
¿Quién es ésta?¿Y qué es lo que hace aquí?
Y en el cercano palacio encendido
se extinguió la alegría cortesana,
y llenos de temor se santiguaron
en Camelot los caballeros todos.
Pero quedó pensativo Lanzarote;
luego dijo: "tiene un hermoso rostro;
que Dios se apiade de ella, en su clemencia,
la Dama de Shalott".

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